PLAN DE TRABAJO

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Plan de trabajo del Valencia CF Lunes, cinco de de mayo: DESCANSO. --- Martes, seis de mayo: DESCANSO. --- Miércoles, siete de mayo: Entrenamiento matinal en la Ciudad Deportiva JinkoSolar de Paterna a las 10:30 horas (Sesión abierta para los medios los primeros 15 minutos).

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sábado, 2 de marzo de 2013

EL DERBI TIENE DOS SONRISAS AMIGAS

Se hicieron ´hermanos´ en A Coruña y el destino les ha unido en Valencia


Verano de 2010. El Deportivo de La Coruña llega a un acuerdo con el Valencia para la cesión de Míchel Herrero. El canterano de Valencia hace las maletas por primera vez en su vida. Comienza su aventura de convertirse en jugador de Primera. Su carácter extrovertido juega a favor de su adaptación, pero no conoce a nadie. Tampoco la ciudad. Los cuatro primeros días los pasará en un hotel de A Coruña. Allí se hospeda como otros fichajes de Lendoiro. Una de las primeras personas que conoce Míchel en tierras gallegas se llama Yago Villar. Es el asistente personal de Guardado y trabaja con el Deportivo para buscar piso a los jugadores en su nueva ciudad. Él será quien le acomode en A Coruña. Él será el ´celestino´ de su amistad para siempre con Andrés.
 
Míchel confía en Yago. Pasa horas y horas a su lado buscando piso hasta que finalmente se decide. La antigua casa de Bodipo es la elegida. Durante los trayectos entre casa y casa surge el nombre de Andrés. Todo son referencias buenas del méxicano. «Seguro que hacéis buenas migas, estoy convencido», le dice Yago. El tiempo le da la razón. Yago les presenta antes de que comience la pretemporada. Hay química desde el principio. Los dos se dan cuenta. A pesar de ser un foráneo, Andrés ya es uno de los pesos pesados del vestuario junto a Valerón y Manuel Pablo. Empezará siendo el mejor ´cicerone´ para Míchel, pero acabará siendo su mejor apoyo. Guardado iba a convertirse en casi un hermano para Míchel. La vida no fue justa con él. El centrocampista sufrió en pretemporada tres bloqueos espontáneos en el menisco de su pierna derecha contra el Newcastle en el Teresa Herrera, el Zaragoza y el Getafe en Liga. Míchel era intervenido en el hospital USP Santa Teresa arropado por su familia, que viajó desde Valencia, y por aquel nuevo amigo que había hecho dentro y fuera del vestuario. Era Andrés.
Él mexicano también sufrió una lesión muscular. La larga recuperación y los cientos de horas de gimnasio y soledad que les esperaban no les hizo distanciarse. Todo lo contrario. Fue a raiz de esa lesión, como dicen ellos, cuando empezó todo. Camilla con camilla. Tampoco fue impedimento la distancia entre sus casas. Cada uno vivía en una punta de la ciudad. El méxicano tenía su residencia a las afueras de A Coruña. Míchel se acomodó en el barrio de Riazor, a poco más de un minuto del estadio. Los días eran muy largos para Míchel. Guardado y Yago consiguieron que fueran más cortos. El mexicano solía ir por la tardes a casa de Míchel para hacerle compañía. Era su forma de decirle que no estaba solo. Su apoyo físico. Las horas se hacían más cortas con aquellas partidas de Play-Station que nunca acababan. A pesar de su pierna escayolada, el fútbol seguía en la vida de Míchel gracias a Andrés y a la consola.
 
Pero lo días pasaban, el sofá de casa se quedaba pequeño y Míchel necesitaba ´volar´. Fue entonces cuando el mexicano se convirtió en su guía turístico particular. Uno de los primeros viajes juntos fue el cabo de Finisterrre. Andrés quería que Míchel también sintiera esa sensación de ver el mar desde el faro y conocer su leyenda. La amistad se forjó con más viajes juntos. Otro muy especial fue a Santiago. No hicieron el camino juntos, pero sí disfrutaron de la ciudad, de la catedral y sus peregrinos. Siempre juntos. Otra parada obligatoria fueron las marisquerías. Míchel se dejó invitar a langostinos, percebes, bogavantes, centollos y demás, pero con una condición. El de Burjassot le prometió que algún día le invitaría a una paella valenciana en su tierra. Míchel cumpliría su palabra. La relación, por aquel entonces, ya iba más allá de lo personal. También las familias se hermanaron. El destino deportivo les separó a final de temporada, pero la amistad ya era demasiado grande para resistir la distancia. Míchel se marchó al Hércules de Alicante. Guardado se quedó en A Coruña en busca del ascenso. Sus vidas se separaban y el contacto telefónico se convirtió en su único nexo de unión. Se mandaban mensajes cuando marcaban, se picaban entre ellos y hasta decidieron hacer una apuesta a ver quien marcaba más goles. Ya solo quedaba la esperanza de volver a coincidir algún día en algún club o ciudad.
 
Aquel deseo empezó a convertirse en realidad un día. Braulio contactó con Guardado y una de las primeras personas a las que llamó el mexicano para recabar información de Valencia y el Valencia fue Míchel. El de Burjassot estaba al tanto de las negociaciones. De hecho, llegó a acoger a Guardado en una de sus primeras visitas ´secretas´ a Valencia. La entidad de Mestalla confirmaba el fichaje de Guardado el 28 de mayo. Un mes después, el 26 de junio, el Levante anunciaba el fichaje de Míchel. El destino volvía a unirles en la misma ciudad. Mañana lo harán en el césped de Mestalla. Pase lo que pase seguirán siendo amigos. Fueron juntos a Finisterre, el fin de la tierra como decían los romanos, y también lo harían al fin del mundo. Son las dos sonrisas amigas del derbi.

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